Aceptar la condición de su hijo no fue fácil para Alma, pero luego de asistir a las charlas del programa Educando en Familia, de la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia –SBS- ha aprendido a batallar con su realidad y sobreponerse de las dificultades médicas que enfrenta su pequeño Iván.
Ellos viven en la aldea Chiqueleu, San Pedro Carchá, Alta Verapaz, en condiciones de pobreza. Sin embargo, con el aporte que reciben de Subsidios Familiares, un programa de la Subsecretaría de Preservación Familiar, Fortalecimiento y Apoyo Comunitario, tienen la oportunidad de una mejor calidad de vida.
Alma cuenta que Iván sufre hipertiroidismo congénito, insuficiencia cardiaca y retraso de crecimiento, padecimientos que la obligan a sacarlo de la comunidad cada dos meses para sus chequeos médicos en la capital, lo que representa gastos fuertes que con los Q500 que percibe de la SBS puede costear.
En medio de las dificultades que representa tener que llevar en brazos a un niño de ocho años, el aporte económico también le permite a la madre llevarlo cada martes al centro de Cobán a terapias de lenguaje, fisioterapias y mecanoterapias.
“Subsidios me ha ayudado mucho, es una bendición que haya llegado a mi familia porque con esto he podido sacar adelante a Iván” dice Alma, al mismo tiempo que reconoce que la orientación de la SBS la a ayudado en lo personal, “en Escuela para Padres también me han apoyado para aceptar mi realidad, es difícil, pero tengo que aceptarlo porque es un regalo que Dios me dio”, expresa con la voz entrecortada.
Como parte de un tratamiento integral a cada caso que atiende la SBS en sus diferentes programas, el Departamento Educando en Familia imparte capacitaciones a los padres, que como en el caso de Alma, los ayudan a mejorar las competencias paternales y motivan a la reflexión y sensibilización para establecer un modelo de crianza que favorezca los valores y la inclusión.
“Yo no lo aceptaba y me preguntaba ¿por qué a mí?, si hay muchas mamás que abandonan a sus hijos, pero ahora gracias a Dios hago todo lo posible para que Iván esté bien y lo voy a ayudar hasta donde yo pueda”, manifestó la madre.
Mientras Alma contaba su testimonio, a Iván se le podía ver en su cama sentado, sacando algunos juguetes de un bote plástico, junto a su hermano de 9 años. Tiempo atrás, no imaginaba verlo de esa forma, porque apenas se movía y las condiciones económicas no le permitía las oportunidades que ahora tiene.
“Yo le agradezco a Dios y a la Secretaría por tomar en cuenta a mi hijo”, finalizó.
Texto: Carolina Hernández
Fotografía: Nadia Cabrera