Una mañana llena de ilusión y descubrimiento se vivió en el Museo del Ferrocarril, cuando un grupo de 45 niñas, niños, adolescentes y adultos del Hogar ABI para personas con discapacidad intelectual severa y profunda, emprendieron un viaje en el tiempo. Con ojos llenos de asombro, exploraron las antiguas locomotoras y vagones, y también ante los instrumentos y mecanismos que alguna vez impulsaron los trenes en Guatemala.

Al recorrer las salas del museo, las niñas y niños pudieron apreciar la evolución del transporte ferroviario en el país, desde las primeras locomotoras de vapor hasta los instrumentos y herramientas que utilizaban en la época. Los guías, con paciencia y entusiasmo, les explicaron cómo funcionaban estos ingenios mecánicos y la importancia que tuvieron en la historia de Guatemala.

La emoción alcanzó su punto máximo cuando los participantes tuvieron la oportunidad de realizar un recorrido en tren. A bordo de un vagón, preparado especialmente para ellos, disfrutaron de un paseo por la ciudad, observando los paisajes urbanos desde una perspectiva diferente. La alegría y la emoción se reflejaron en sus rostros, y muchos de ellos, a pesar de no poder expresar sus sentimientos con palabras, demostraron su felicidad a través de sus risas y miradas.

“En el Museo del Ferrocarril pudimos observar cómo funcionaban las máquinas, los tickets que había, para los chicos fue algo muy interesante, dimos un recorrido en el tren donde pudimos estar en cinco estaciones, los chicos disfrutaron, el poder oír el sonido del tren. Realmente es el poder recrearse, el poder salir un poco de todas las clases y de la rutina diaria y esto les permite poder integrarse a la sociedad como tal”.

Massiel Vásquez
Directora Hogar ABI

Para las y los adolescentes, y los adultos con discapacidad residentes en el Hogar ABI, esta experiencia fue mucho más que una  simple visita a un museo. Fue una oportunidad para salir de su rutina, conocer nuevos lugares y vivir aventuras inolvidables. Además, al compartir este momento en grupo, fortalecieron sus vínculos afectivos y desarrollaron nuevas habilidades sociales.

Sin duda, esta visita al Museo del Ferrocarril quedará grabada en la memoria de todos.

Fotografías: Eduardo Mendoza
Texto: Asael Díaz

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