Abrir las puertas del hogar implica no solo brindar un techo y alimentos a quienes lo necesitan, también es un acto en el que quedan expuestos el corazón y el espíritu. Quienes mejor lo saben, son las familias que forman parte del programa de Acogimiento Familiar Temporal -AFT-.
Esdras Batz y Blanca Cayax, junto con sus hijas Mirna, Valery y Andrea, conforman una de las familias de AFT desde hace más de 14 años; tiempo en el que no se cuenta la cantidad de menores de edad que han acogido, sino en el cariño y recuerdos que acumulan.
“Nos llamó la atención porque la ayuda es directa a los niños, no hay intermediarios. El amor que uno da, todo cuanto uno pueda entregar de su familia, de su corazón, la protección, todo es directo”, expresó Esdras Batz.
Para Blanca Cayax, los beneficios llegan en doble vía, pero también hay otras personas que se benefician de forma indirecta al aprender cómo funciona el programa, y sobre la importancia de este acto de servicio incondicional.
Ejemplo que perdurará por siempre
La experiencia comenzó cuando sus hijas eran pequeñas, y a pesar de su corta edad fueron incluidas en una decisión importante que implicaba no solo compartir su ropa y juguetes, sino el cariño y atención de sus padres.
“Platicamos con ellas, les explicamos qué era el programa, no les impusimos nada, sino que fue una decisión de familia. Cuando ellas se dieron cuenta de la necesidad de los niños aprendieron a amarse y servirse entre ellas, y ahora todas juntas sirven a los niños que llegan a casa”, explicó el papá de las jóvenes.
Andrea Batz Cayax, la más pequeña de la pareja, recordó que el esfuerzo de sus padres siempre ha sido un ejemplo no solo en su educación, sino en el servicio que prestan a las demás personas y el esfuerzo que han hecho para darles todo lo necesario a ellas y a los pequeños que han albergado desde 2008.
“Yo siento mucho amor, mucha admiración por ellos; creo que no todos tienen el valor de hacerlo y he visto cómo mis papás lo hicieron. Siguen esforzándose para bendecirnos, no solo a nosotras sino a los chiquitos que nos acompañan”, expresó.
Apoyo para otras mujeres
Aunque la ayuda es directamente para los niños, niñas y adolescentes, en casa de los Batz Cayax también se piensa en los padres de estos, especialmente en las mujeres, que necesitan apoyo y cómo este servicio también les beneficia indirectamente.
“Para mí como madre es una gran bendición ayudar y pensar que hay otra mamá que se va recuperando de lo que sea que esté pasando. Cuidar de sus hijos e hijas es un privilegio, y un compromiso y responsabilidad muy grandes”, aseveró Blanca Cayax.
Unir familias de nuevo es la prioridad
Recientemente, la familia tuvo bajo su cuidado a Michelle*, una pequeña de un poco más de un año de edad, a quien resguardaron por orden de un Juzgado de Niñez y Adolescencia. Durante su estancia en casa de los Batz Cayax, recibió amor y cuidados, sin embargo, la medida fue levantada y la pequeña fue reunificada con su madre biológica.
Para que esto fuera posible, la mamá de la pequeña Michelle* tuvo acompañamiento social y psicológico tanto de su familia como del personal de la Sede Departamental de Suchitepéquez, de la Secretaría de Bienestar Social.
La entrega de la menor de edad fue un momento de sentimientos encontrados para todos los involucrados. Los Cayax Batz llegaron todos juntos, vistieron a Michelle* con un bonito vestido, llevaron sus juguetes favoritos y le entregaron a su mamá los registros médicos, así como un breve informe de cómo se encuentra su hija.
La emoción era evidente en la madre biológica, pues sabe que ha sido un proceso duro, pero satisfactorio al tener de vuelta a su segunda hija; agradeció los cuidados que la Familia de Acogimiento Temporal le dio a su pequeña y después de convivir por algunos minutos volvió a su hogar para comenzar un nuevo camino.