En la aldea San Antonio de Jutiapa, vive Doña Marleny, una mujer fuerte y amorosa que se convirtió en la madre de su nieto *Carlos después de que su hijo falleciera. Carlos, un joven de 15 años, llegó al programa de Medidas Socioeducativas de la Secretaría de Bienestar Social (SBS) buscando una segunda oportunidad, y lo que encontró fue mucho más que eso: encontró un camino hacia el crecimiento, el perdón y un futuro lleno de esperanza.

Cuando Carlos comenzó a asistir al programa hace más de un año, traía consigo las huellas de un pasado difícil. Sin embargo, el equipo de profesionales de la Sede Departamental de Jutiapa lo recibió con los brazos abiertos. A través de talleres, charlas y acompañamiento psicológico, Carlos comenzó a descubrir cosas que antes desconocía. Aprendió sobre temas como la violencia sexual, el acoso y la importancia de respetar a las mujeres. Estos conocimientos no solo lo ayudaron a protegerse, sino que también lo llevaron a valorar y tratar mejor a quienes lo rodean.

Doña *Marleny, por su parte, también encontró en el programa una fuente de aprendizaje y apoyo. Aunque siempre había tenido una buena comunicación con Carlos, aquí aprendió a ser más consciente de su rol como cuidadora.

"Me enseñaron a estar más pendiente de él, a saber con quién anda y a darle confianza para que me cuente sus cosas".
Doña Marleny
Abuela de *Carlos

Para doña Marleny, el programa no solo ha sido una guía para Carlos, sino también una escuela donde ha aprendido a ser una abuela más responsable y comprensiva.

En el ámbito escolar, Carlos también ha demostrado un progreso admirable. Aunque perdió un año debido a situaciones familiares difíciles, hoy está a punto de terminar sus estudios básicos. “Él ha aprendido que los golpes de la vida son enseñanzas”, dice Doña Marleny con una sonrisa. “Y ahora está más enfocado que nunca en sus metas. Quiere ser un gran empresario y tener muchos éxitos en la vida”.

Doblemente beneficiados

Recientemente, Carlos y Doña Marleny recibieron el beneficio del programa de Subsidios Familiares, un apoyo que les ha brindado alivio económico. “Este subsidio nos ayudará a comprar zapatos, útiles escolares y otras cosas que Carlos necesita”, explica Doña Marleny. Para ella, este beneficio es una muestra más de que Dios nunca los ha desamparado. “Carlos es como un hijo para mí”.

Pero más allá de los logros materiales, lo que más valoran ambos es el crecimiento personal que han experimentado gracias al programa. Carlos ha aprendido a perdonar y a sanar heridas del pasado, mientras que Doña Marleny ha encontrado paz en su corazón. “En una de las sesiones, nos hablaron del perdón usando el ejemplo de una culebra que se lastimaba a sí misma al intentar hacer daño”, recuerda Doña Marleny. “Eso me hizo entender que el perdón no es para los demás, sino para uno mismo. Hoy puedo decir que he perdonado, y eso me ha liberado”.

El equipo de profesionales de la Sede Departamental de Jutiapa ha sido fundamental en este proceso. Desde la pedagoga hasta la psicóloga y la trabajadora social, cada uno ha aportado su granito de arena para transformar la vida de Carlos y su abuela. “Les agradezco de todo corazón”, dice Doña Marleny con lágrimas en los ojos. “Nos han enseñado que los errores no son el fin del mundo, sino oportunidades para aprender y crecer. Gracias a ellos, Carlos es una mejor persona, y yo he aprendido a ser una abuela más comprensiva y amorosa”.

Hoy, Carlos y Doña Marleny miran hacia el futuro con esperanza. Saben que los desafíos no han terminado, pero también saben que cuentan con las herramientas y el apoyo necesarios para superarlos.

Texto: Carolina Hernández
Fotografías: Eduardo Mendoza