Mientras recogía sus bolsas con víveres en el Centro de Atención Integral -CAI- de Huehuetenango, Geovanni Gamero nos compartió que sus tres hijos han sido atendidos por este programa de la Secretaría de Bienestar Social –SBS-. Keneth y Angie fueron los primeros, ahora solo queda Dulce, su nena más pequeña.
Dice que no se puede quejar del servicio, pues ha sido una experiencia agradable hasta para él y su esposa como padres de familia. “Mi primer hijo salió leyendo de aquí, por eso siguieron las otras dos. Estoy muy agradecido por la buena atención y el bienestar que le proporcionan a los niños”, expresa el padre de familia.
Geovanni cuenta que este año ha sido muy difícil para su familia. Se pone triste al hablar de cómo Dulce extraña a sus amiguitos. “Mi nenita se ha resentido bastante. Aquí le enseñaron mucho a jugar, a cantar, a bailar; nosotros en casa tratamos de hacerlo con ella y las maestras que han enviado videos para que ellos sientan que están con sus compañeritos”, expresa.
Sus ojos se le enrojecen cuando le preguntamos sobre su trabajo, pues cuando inició la crisis por el COVID-19 ya no pudo continuar laborando como chofer de transporte extraurbano. “Es duro contarlo porque busqué maneras de hacer algo y no se podía. Había que salir adelante, más por los tres chamacos, uno como padre aguante hambre, pero ellos no”, prosigue.
Al referirse a las bolsas con víveres que recibió de manos de la Familia SBS, asegura que es una gran ayuda. “A veces hay que ir a comprar cositas como aceite o azúcar y con esto vamos a ahorrar un poco. El CAI es una institución muy favorable, que ayuda a muchas familias que necesitan apoyo”, finaliza.