La música empieza a sonar y *Susan interrumpe lo que está haciendo para ponerse a bailar y cantar. “Es de sus actividades favoritas”, dice una de las maestras. Ella tiene 13 años de estar institucionalizada, es decir, de permanecer en hogares de protección a cargo del Estado.
La joven llegó a la Secretaría de Bienestar Social -SBS- cuando era una adolescente. Según su expediente, Susan tiene discapacidad mental moderada, además sufre convulsiones, por ello es atendida en la residencia Ónice I, en Quetzaltenango, un hogar especializado y que tiene a su cargo a otras chicas que han pasado la mayor parte de su vida institucionalizadas debido a que sus familias las rechazan por tener algún tipo de discapacidad.
¿Por qué Susan está en un hogar de la SBS?
Su historia de vida es difícil, así como la mayoría de los casos que atiende la Familia SBS. Su mamá murió cuando ella era una niña, tiempo después su papá volvió a rehacer su vida con una mujer que, aprovechándose de su condición, vió en Susan un negocio rentable.
Susan empezó a ser explotada sexualmente, quedó embarazada y a golpes la hicieron perder a su bebé. En un segundo embarazo su madrastra se enteró de que le podrían dar más dinero si dejaba que avanzara y así fue, a los seis meses de nuevo la hicieron abortar.
Sus vecinos se dieron cuenta de la situación y denunciaron el caso. Ella fue rescatada por la Procuraduría General de la Nación y un juez la remitió a uno de los hogares de la SBS, desde entonces ha permanecido bajo abrigo y protección. Salvo por un breve periodo.
Un reencuentro con final triste
Los años pasaron y Susan cumplió su mayoría de edad, pero debido a su condición y a que no contaba con recurso familiar no pudo ser desinstitucionalizada. Tiempo después, la trabajadora social a cargo de su expediente logró localizar a su familia.
Susan tiene seis hermanos. Tras un acercamiento, se logró su reintegración con una hermana, pero meses después la regresó a la residencia con la excusa de que la familia no contaba con la paciencia para cuidarla y es así como a sus 31 años, Susan continúa bajo la protección y abrigo del Estado.
Susan tiene una familia de corazón
Gladys Pérez, trabajadora social de la residencia Ónice I, cuenta que el desarrollo de Susan ha sido satisfactorio, pues se desempeña en distintas áreas. “Ella asiste a una escuela especial en Olintepeque, también ha destacado en deporte y en distintos talleres como panadería”, dice.
Además se le atiende de manera multidisciplinaria, pues recibe atención psicológica, médica, pedagógica y de trabajo social, pero además de eso también recibe un trato digno por parte de la Familia SBS, en donde encontró el amor y la paciencia que no tuvo con su familia biológica.