Cualquiera podría pensar que los centros juveniles de privación de libertad solo son lugares para el cumplimiento de sanciones, pero estos realmente son lugares que pueden llenar de esperanza y anhelos a adolescentes y jóvenes que buscan un cambio.
Josué* (nombre ficticio) es uno de ellos. Temprano, por la mañana, se levantó sabiendo que ese sería un día que marcaría una nueva etapa. A pesar de estar privado de libertad, tiene claro que después de cumplir su sanción tiene metas que quiere alcanzar.
Se puso una camisa blanca, una corbata negra y la toga azul, una que durante mucho tiempo anheló tener para que su mamá se sintiera orgullosa. Su semblante serio deja escapar sonrisas con las bromas que saltan entre el grupo de los graduandos del Centro Juvenil de Privación de Libertad -CEJUPLIV- II Anexo.
En otra parte del centro, doña Ana* se preparaba para ingresar; era la invitada de Josué*. Confesó que tenía una mezcla de alegría y nostalgia, pues le hubiera gustado vivir este momento en otras circunstancias, sin embargo, “un logro es un logro, y hay que celebrarlo”.
El acto de graduación de diversificado de 12 adolescentes y jóvenes privados de libertad fue la ocasión que reunión a Josué* con su mamá. Ingresó con la frente en alto, sonrió al verla y al momento de pasar a recibir su diploma ambos se fundieron en un tierno abrazo que terminó con el beso de un hijo a su madre.
“Este momento se lo agradezco a Dios y a ustedes, el personal del centro, por darle a mi hijo la oportunidad de salir adelante. Que Dios los bendiga”, fueron las palabras de doña Ana, breves, pero llenas de sentimientos. Esto sucedió cuando los padres de los graduandos tuvieron un tiempo para tomar la palabra, agradecer y felicitar a sus hijos.
Esta es la séptima promoción de adolescentes y jóvenes privados de libertad de CEJUPLIV II Anexo que se gradúan de Bachillerato en Emprendimiento y Productividad, por medio del Centro de Educación Extraescolar -CEEX-. Este no es un punto fina, pues ahora tendrán la oportunidad de continuar en la universidad, ya sea por medio de los programas educativos de la Secretaría de Bienestar Social o por su cuenta, al recuperar su libertad.
“Este no es solo un pedazo de papel, es algo que vale y de eso depende el resto de mi vida. Compartir este momento con mi mamá es especial porque gracias a su apoyo y al de mi papá llegué a la meta y no hay mejor manera de pagarles que esta”, dijo Josué*.
Texto y fotografías: Cecilia García