“Aunque ya no estoy en Casa Intermedia mi reloj interno sigue despertándome a las cinco de la mañana. Lo primero que hago es ordenar mi cama, luego me baño, me cambio y desayuno con mi mamá”, cuenta Donovan* (nombre ficticio para resguardar su identidad) mientras le pone la capa de corte a un cliente que llegó a su lugar de trabajo. Con estas palabras inicia su relato sobre sobre cómo es su vida ahora que recobró su libertad.
Entre las características que resaltan en Donovan están sus ojos claros, su sonrisa amplia y su amabilidad. Tiene toda la energía y sueños que destacan entre los muchachos de su edad y lo más importante, un corazón que ha pasado por mucho, pero que ahora está listo para dar lo mejor de sí y empezar un camino, que si bien no es fácil, lo llevará muy lejos.
Donovan luce concentrado mientras recorta la barba de su cliente, el secretario Francisco Molina, a quien conoció en Casa Intermedia. Se detiene un momento y piensa en que la barbería es un oficio que requiere dedicación y tiempo, tal y como fue su proceso de reinserción.
Mientras avanza el proceso de corte escucha decir del secretario: “Estoy muy orgulloso de vos”, y con una sonrisa tímida agradece. Sabe muy bien que llegar hasta donde está ha sido gracias a las oportunidades que encontró en el Modelo de Gestión Juvenil, pero también por su voluntad y disciplina.
El camino hacia la reconstrucción
Quien conoce al Donovan actual no se imagina que estuvo privado de libertad. Ahora es un joven renovado, muy diferente al del pasado. “Antes no pensaba en el futuro, solo en el momento, quería andar molestando, haciendo cosas que no eran correctas y creía que todo lo tenía en la palma de la mano, y no fue así”, dice.
Hace cinco años, Donovan estaba alejado de su familia y había recibido una sanción que le privó de su libertad. Luego de un año de estar encerrado recibió una noticia que lo impulsó a cambiar su vida, su abuela, quien siempre había estado con él en las buenas y en las malas, había enfermado y lo único viable para él era hacer las cosas bien adentro para que cuando saliera pudiera tener las herramientas que le permitieran ayudarla.
Así llegó el ofrecimiento de ir a Casa Intermedia. “Me preocupé, pero me di cuenta que con hacerlo no lograba nada, lo correcto era buscar qué hacer y ocupar mi mente en algo productivo. Así fue como en Casa Intermedia aprendí muchas cosas, logré reconstruir mi corazón, acepté a Dios. Pude abrirlo a pesar de que yo estaba alejado de todas las personas, pero logré fortalecer lazos familiares y sociales”, explica.
Fue así como Donovan empezó a aprovechar las oportunidades que vinieron hacia él durante los tres años que estuvo en Casa Intermedia. Entre ellas aprendió panadería, cocina, computación y barbería. Este último se convirtió en el oficio que le abrió la puerta a un empleo digno, el cual significa su sustento diario ahora que fue reinsertado a la sociedad.
De vuelta hacia la libertad
El día en que Donovan finalizó su sanción tuvo que salir de Casa Intermedia, pero esta vez para ya no regresar como lo hacía habitualmente durante su pasantía laboral. Ese día sintió muchas emociones juntas.
Donovan ha podido reinsertarse a la sociedad con éxito, pues desde que recuperó su libertad cuenta con un trabajo con el que puede sostenerse y aportar a su casa de forma digna y honrada.
La barbería, uno de los oficios que aprendió dentro de Casa Intermedia, ha sido la puerta para que Donovan pueda seguir adelante. Dice que le gusta mucho desempeñarse como barbero, pero él tiene en mente estudiar gastronomía, lo que verdaderamente le apasiona.
Solo tiene gratitud
Ya con un corazón renovado y reconstruido, Donovan agradece por la confianza y la oportunidad que le han dado en su empleo; también está agradecido con todas las personas que han sido parte de su cambio y que han creído en él.
“Mi mensaje para los jóvenes que están pasando por un proceso similar al mío es que tengan voluntad de querer cambiar y rodearse de personas que en vez de restarle a la vida le sumen porque si quieren conseguir el éxito deben alejarse de las malas amistades y de todas las cosas que no llevan a nada bueno”, reflexionó mientras terminaba el recorte de barba.
Texto: Carolina Hernández
Fotografías: Luis Sajché