EL TRABAJO SOCIAL CON PADRES Y LA COMUNIDAD ES FUNDAMENTAL PARA LA REINTEGRACIÓN DE ADOLESCENTES VULNERADOS

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El papel que juegan los padres de familia en el proceso de la restitución de los derechos y recuperación emocional de los menores que han sido vulnerados es fundamental, por ello en el Nuevo Modelo de Acogimiento Residencial, de la Subsecretaría de Protección y Acogimiento a la Niñez y Adolescencia, fortalece el trabajo social con el núcleo familiar y el entorno comunitario del adolescente. 

El trabajo que se ha realizado de mayo de 2018 hasta el 13 de marzo de 2019, ha dado como resultado 155 reintegraciones exitosas, ya que no ha habido reincidencia, según indica Javier Luna, jefe del departamento de Atención Especial Contra el Maltrato en Todas sus Formas. 

Agrega que anteriormente el adolescente salía de la residencia, se reintegraba con su familia y a los dos meses o antes, retornaba al sistema de protección, porque su microcontexto no estaba preparado para recibirle.

Luna explica que las reintegraciones consisten en que el adolescente regrese con su familia, ya sea biológica, que es cuando tienen una relación consanguínea como el padre o madre; ampliada, constituida por abuelos, tíos u otro pariente que tenga un vínculo socioafectivo bueno con el menor; o comunitaria, que puede estar compuesta por algún vecino o un familiar lejano. 

De tal manera que el personal del departamento de Atención Especial Contra el Maltrato en Todas sus Formas, realizan un trabajo completo con los y las adolescentes, preparándolos para cuando regresan a su contexto o microcontexto. Sin embargo Luna enfatiza que muchas veces la realidad continúa siendo la misma, lo que genera una regresión. 

“Lo que buscamos por medio del área de Trabajo Social es que se haga una red de derivación con la comunidad o el microsistema de donde ellos vengan para que se fortaleza el proceso de restitución de los derechos” Puntualiza Luna.


Según el profesional, la negligencia y los abusos se generan debido a que la familia no conoce la ley, o porque no ha tenido la preparación adecuada en temas de crianza, es por eso que la labor con los núcleos familiares consiste en la capacitación en todos los aspectos, que tengan que ver con los derechos de la niñez y adolescencia, con esto se logra que los menores estén protegidos, no solo dentro de su microcontexto, sino a nivel comunitario.

 “Muchos de los padres de los adolescentes que hemos tenido dentro de nuestras residencias se han convertido en líderes comunitarios y muchos de los menores ya empiezan a compartir con otras familias sus experiencias, en cuanto a sus procesos y ayudan a otros jóvenes para que su desarrollo preparatorio sea el adecuado”, dice Luna con mucha satisfacción.

La vinculación socioafectiva también es importante, es por eso, que mientras los adolescentes están dentro de las residencias de protección y abrigo, el área de Trabajo Social fortalece el vinculo con la familia por medio de la autorización de visitas o llamadas telefónicas. Luna explica que luego de obtener la reunificación, la asesoría se moviliza a la comunidad, para fortalecer el trabajo en la escuela donde le tienen que recibir, porque deben saber cuál es el ritmo que lleva y toda la información necesaria. También se va al centro de salud para que haya todo un proceso de atención de salud física y mental, además, se busca el apoyo de otras instituciones como iglesias, municipalidades y Cocodes, como parte del proceso. 

Es así como el programa Extramuros toma sentido, pues cada actividad que los adolescentes realizan fuera de las residencias tiene como propósito la revinculación con la comunidad, para que conozca nuevamente el sentido de pertenencia y cohesión grupal. “Esto les ayuda a reconocer que son parte de una misma comunidad y cultura y que pueden estar en cualquier espacio sin temor a ser discriminados”, finaliza diciendo Luna.