*Margarita está a tres semanas de cumplir su mayoría de edad y dejar la residencia de protección en la que ha vivido los últimos cuatro meses. Ella ha estado en muchos hogares desde los 9 años, y confiesa que varias veces ha abandonado proceso.
La joven no tiene padres y sus hermanos no la apoyan. “Me siento alegre por mi salida y a la vez preocupada porque tengo un bebé por quien luchar y no tengo el apoyo de mi familia, aunque cuento con personas a las que quiero mucho”, dice.
Cuando habla de su hijo suspira, dice que tiene 2 años con siete meses y que la última vez que lo vio fue de lejos, al preguntarle si el bebé está con el papá responde que –no-, que permanece con una Familia de Acogimiento Temporal.
“Estoy dispuesta a salir adelante, porque estando en los hogares aprendí un montón; panadería, costura y un poco de mecánica y con eso puedo sobrevivir allá afuera”, afirma.
Al preguntarle cómo se visualiza en el futuro responde de forma contundente que junto a su hijo. “Me veo con mi hijo, superada, con una casa, no tan grande –aclara- y quiero sacar mis básicos. Quiero ver a mi hijo crecer y darle lo necesario”, agrega.
Así como la historia de Margarita hay muchas y diversas en las residencias de Protección y Acogimiento. Que las y los adolescentes rompan el círculo de desintegración familiar y tengan las herramientas necesarias para salir adelante es nuestra misión en la Secretaría de Bienestar Social.
El caso de Margarita será seguido de cerca por la SBS vía trabajo social, que se encargará de abrir redes de apoyo en su comunidad para que cuente con los servicios de atención vital, como salud y educación.
*Nombre ficticio por seguridad