El Día Mundial de la Infancia, que se conmemora cada 20 de noviembre, celebra el aniversario de la Convención de los Derechos del Niño adoptada en 1989. Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia -UNICEF-, Guatemala fue uno de los primeros países en adoptarla y su aprobación “ha sido un hito histórico para la protección infantil”.
Esa norma global representa uno de los principales compromisos de la Secretaría de Bienestar Social -SBS-, pues su ámbito de acción está dirigido precisamente a la restitución de los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes que han sido vulnerados.
El artículo 20 de la convención establece que los Estados Parte deberán protegerlos en caso de que sea totalmente necesaria la separación de sus padres biológicos de acuerdo con leyes locales, en hogares temporales o entidades de protección, en donde se dé continuidad o se restituyan todos sus derechos fundamentales como educación, salud, alimentación en concordancia con sus orígenes.
En este sentido, el Departamento de Acogimiento Familiar Temporal -DAFT- busca para estos niños, niñas o adolescentes la restitución de vivir en un entorno familiar. “Desde que el niño o niña adolescente entra a familia de acogimiento temporal, es cuidado con los principios de identidad, cultura, religión, espacio amoroso, educativo y cuidado integral a su salud”, afirma Cristina Quintanilla, jefa de dicha unidad.
El DAFT se dedica a ubicar, captar y acreditar familias para que puedan dar cobijo y cuidado temporal a aquellos niños, niñas y adolescentes que han tenido que ser separados de sus padres biológicos, luego de que estos han tenido complicaciones para garantizarles sus derechos humanos esenciales. Al momento, este departamento suma 57 niñas, niños y adolescentes que se viven en familias de acogimiento temporal.
Este labor se realiza bajo “los principios del derecho de vivir en un entorno libre de violencia, un núcleo familiar, de pertenecer a espacios seguros donde se le pueda garantizar la educación, la salud integral, la recreación”, concluye Quintanilla.