El 7 de julio de 1985 era domingo. De la Catedral Metropolitana partió hacia el Cementerio General un cortejo fúnebre con los restos de Elisa Martínez Contreras, una mujer que sin ser guatemalteca amó al país, especialmente a su niñez, por la cual dejó sentadas las bases para los programas de bienestar social con sus múltiples obras.

Cuatro décadas atrás, el 15 de marzo de 1945, Martínez asumió, junto a su entonces esposo, el Presidente Juan José Arévalo, la tarea de impulsar los cambios en beneficio de la población tras la lucha de los guatemaltecos en la Revolución de Octubre de 1944, convirtiéndose así, en la Primera Dama.

Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1912. Allí se formó como maestra y se graduó en 1921; trabajó como docente de primaria durante 20 años en una de las escuelas de la ciudad, misma a donde volvió tiempo después de haber terminado el mandato presidencial de Arévalo.

Elisa Martínez murió el 15 de abril de 1985 en Bariloche, Argentina. Sus restos, por su propio deseo, fueron traídos a Guatemala en julio del mismo año. La Secretaría de Bienestar Social se unió a las honras fúnebres en aquella ocasión.

Flaminio Bonilla Valdizón, abogado y columnista del Diario La Hora, relata que sus padres Flaminio Bonilla Isaacs y Margot de Bonilla; así como sus tíos Atilio Bonilla Isaacs y Mary Miyares de Bonilla mantuvieron una relación bastante cercana con “doña Elisa”, y fueron precisamente sus padres, quienes colaboraron para traer sus restos a Guatemala luego de que ella falleciera en Argentina, el 15 de abril de 1985, tres meses antes de que sus restos fueran traídos para descansar en Guatemala, como sería su última voluntad.

“Mis tíos fueron los primeros en conocerla cuando trabajaban en el Bienestar Social, y luego, mis padres. La amistad y la confianza creció, y entonces ella -Elisa- decidió nombrar a mi madre como su mandataria en el país. También fue la madrina de bautizo de mi hija Cristina, la mayor; así que su recuerdo es muy querido en nuestra familia”.

En su escritorio, el columnista abre una carpeta, el aroma de papeles llenos de historia inunda el lugar y poco a poco comienza a hojear los recortes de prensa, cartas, documentos legales y otros recuerdos de los primeros días de julio de 1985, cuando las cenizas de doña Elisa fueron traídas por sus sobrinos Nelly Ana Lima de García Sunini y Rodolfo García Sunini.

“Próximo sábado llegarán al país los restos de Elisa Martínez”, “Descansan en Guatemala restos de doña Elisa Martínez Contreras”, “Impulsora del Bienestar Social”, “Elisa Martínez: su último viaje”, “Doña Elisa Martínez Contreras de Arévalo”. “Doña Elisa Martínez reposa en Guatemala”, estos son algunos de los titulares de los medios escritos que entre el 6 y 7 de julio de 1985 dieron cobertura a la llegada de sus restos, así como al entierro en el Cementerio General, donde se construyó un sitio especial para que sus restos reposaran.

Se realizó un minuto de silencio, se escucharon marchas fúnebres y Margot de Bonilla fue quien se encargó de dirigir un discurso en honor a su amiga, de quien resaltó su sencillez, bondad, generosidad y amor. “En 1945, Guatemala le brindó hospitalidad. Y ella, en reciprocidad, nos amó para siempre”, se lee en la alocución que dejó escrita y firmada.

“Nelly y Rodolfo, ustedes podrán volver tranquilos a su digno y querido país, con absoluta certeza de que han establecido un puente de amor, un vínculo indestructible, inalterable y profundo entre Argentina y Guatemala. Pero vuelvan siempre, que los guatemaltecos quedamos en deuda con ustedes y busquen aquí la rosa permanente que las amadas y tiernas manitas de nuestros niños depositarán día a día a doña Elisa. Que descanses en paz, querida amiga Elisita”, finaliza el documento que Flaminio Bonilla ha conservado de los registros de su madre, Margot.

De vuelta en su hogar, Bonilla, señala que doña Elisa visitó el país en varias ocasiones e hizo ver, constantemente, su deseo de morir en tierras guatemaltecas, sin embargo, su anhelo no se cumplió. Por ello, sus sobrinos, se encargaron de consumar su última voluntad, la de descansar por siempre en la tierra donde dejó su corazón.

Un legado revolucionario de amor al prójimo

En el inmueble, donde funciona actualmente el Centro Especializado de Reinserción -CER1-, de la Secretaría de Bienestar Social -SBS-, se encuentra una placa conmemorativa que hace homenaje a su servicio, pues fue en este lugar donde se inauguró en 1985 el Hogar Elisa Martínez; mismo que posteriormente se convirtió en una guardería administrada por la SBS, y luego, en uno de los centros juveniles de privación de libertad. La inauguración la dirigió Aura de Mejía Víctores, esposa del Presidente Óscar Humberto Mejía Víctores, en honor a la benefactora falleció en ese año.

El artículo publicado en Prensa Libre en julio de 1985, al publicar su fallecimiento, el texto cita que en 1983, la ex secretaria de Bienestar Social, Luz Angelina Jiménez, le envió a Bariloche, Argentina, un pergamino como reconocimiento a su obra social, acto que ella agradeció en una carta y en la que, con sus propias palabras, mencionó parte de su trabajo.

“En mi época solo se pudieron establecer 20 comedores infantiles, 3 guarderías externas, 2 hogares temporales, 1 hospital para niños tuberculosos, 1 hospital de clínicas, 1 instituto radiológico infantil, fabricación de alpargatas en La Palmita, 1 comedor obrero situado en La Aurora, que expendía alimentos a precio de costo. Esto fue todo; un puñadito de centros en medio de un mar de necesidades”, cita el artículo.

El 6 de julio de 1985, mismo día en que los restos de Martínez llegaran a Guatemala, se publicó en La Hora, la columna de Oscar Clemente Marroquín, titulada “Impulsora del Bienestar Social”, en la que se resalta su labor en la creación de obras a favor de la niñez.

“… como primera Dama asumió un papel importante en la realización de obras que, para la época, resultaron realmente revolucionarias.”, detallan los primeros párrafos, a los que continúa: “Hasta 1944, en Guatemala el concepto del bienestar social no aparecía en la mentalidad de gobierno; por el contrario, durante la dictadura de Ubico, cuando se gobernó al país bajo severos criterios de orden, basados en la paz de los sepulcros, cualquier cosa que oliera a promoción social era de inmediato confundida con las ideas marxistas totalitarias. Pero la Revolución de Octubre de ese año vino a modificar radicalmente esos esquemas y al instalarse el llamado Primer Gobierno de la Revolución, el doctor Arévalo contó con la ayuda invaluable de su esposa, doña Elisa”.

Revolución viva  

Este año, 2024, se cumplen 80 años de los acontecimientos que marcaron los hitos del movimiento que dio como resultado las primeras elecciones democráticas en el país; así como el primer impulso a un periodo de modernización, que comenzó con las acciones del presidente Juan José Arévalo. Y es aquí, en este contexto en el que Elisa Martínez Contreras asume un papel de suma importancia al fomentar las mejoras para la niñez y las madres, y que hasta hoy es recordado con admiración, agradecimiento y amor por miles de guatemaltecos.

Su legado permanece presente y seguirá recordándose en cada una de las labores que cada día se realizan en los programas que, la Secretaría de Bienestar Social, desarrolla para contribuir con la prevención y protección integral de la niñez y adolescencia, en la restitución de sus derechos y en la reinserción de las y los adolescentes en conflicto con la Ley Penal.

Texto: Cecilia García
Fotografías: Asael Díaz, familia Bonilla Salazar y Archivo SBS
Video: Luis Sajché y Asael Díaz