“Prácticamente, crecí con seño Aída. Ella fue la que me enseñó a leer y escribir, me soportó y me ayudó a cambiar mi actitud. Esto para mí fue una gran bendición”. Así se expresó Gerson* (nombre ficticio) al recordar el amor que recibió y le ayudó a crecer.

En Zacapa se encuentra el hogar del Departamento de Protección Especial de Primera Infancia, donde se atiende a niñas y niños de 0 a 11 años, y es aquí donde Gerson* vivió varios años, durante su niñez. 

A sus 26 años, Gerson* es un joven callado pero sonriente. No siente vergüenza al contar que desde los nueve años vivió en un hogar de protección. Al contrario, su rostro refleja satisfacción cuando recuerda aquella época y a las personas que le abrieron su corazón, tal como sucedió en su reciente visita al hogar donde recibió amor y protección.

Aída Gámez, maestra multigrado del hogar, relató que cuando Gerson* llegó tenía ocho años. Él, como todos los niños y niñas de este departamento, fue enviado al hogar como una medida de protección y resguardo emitida por un juez. Primero estuvo en la capital, y después llegó al hogar de Zacapa.

“Cuando vino, era un niño como todos los que ingresan al hogar: necesitado de cariño, de amor, buscando abrigo. Por supuesto, era rebelde, y como no hay nada que el amor no pueda curar, se le abrigó, se le ayudó, tuvo consejos y ahora podemos ver cómo él es otra persona”, relató Gámez. 

Años ha permanecido activo el hogar del Departamento de Protección Especial de Primera Infancia. En este se protege y resguarda a niños de 0 a 11 años.
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Después de los 11 años, Gerson* fue a otro hogar en Zacapa, donde pasó su adolescencia, y comenzó su formación técnica, un paso importante para salir adelante y aprovechar su juventud. 

“A mí siempre me llamó la atención la gastronomía, me gusta mucho. También me gusta la pastelería y por eso quise estudiar panadería, y de eso me gradué, gracias a Dios. Después estudié en cursos de repostería y ahora trabajo haciendo pizzas en un restaurante aquí en Zacapa”, expresó. 

La experiencia de Gerson* durante la niñez fue dura, especialmente al quedarse sin su familia biológica y verse en la necesidad de ingresar a un hogar de protección. Sin embargo, todo el personal se convirtió en su familia y le dotó de todo el cariño y apoyo que necesitaba para desarrollar sus habilidades en esa importante etapa de la vida. 

“La presencia de todas las personas que en ese tiempo me ayudaron a salir adelante fue muy importante. Puedo decir que lo que soy hoy es gracias a ellos”, expresó Gerson. 

Durante todo este tiempo, Gerson y las maestras han mantenido el contacto, pues crearon un vínculo fuerte que hasta hoy en día permanece sólido.

“Para mí, como maestra, es una gran satisfacción ver que mi trabajo no fue en vano. Él ahora es un joven que contribuye a la sociedad y es muy feliz. Me ve como su mamá, a la fecha todavía me abraza y me da un beso”, afirmó sonriente, la maestra Aída. 

Texto: Cecilia García
Fotografías y video: Luis Sajché